Descripción

Datos generales
Altitud: 1152 m
Superficie: 19,94 km²

Arquitectura tradicional

Morfologia urbana
Muñotello se ubica en el reborde septentrional del Valle Amblés, a los pies de las primeras estribaciones de la Serrota y delimitado, por el mediodía, por el arroyo de Canto Moreno, curso fluvial que otorga gran personalidad al caserío.
Morfológicamente, el tejido urbano tiene una disposición ramificada, con una serie de calles principales que convergen en la plaza en la que se erige el rollo jurisdiccional. Los espacios entre manzanas configuran estrechas calles que comunican con las vías principales que articulan el caserío, no dejando espacios vacíos que puedan entenderse como plazas.
A mediados del S.XIX, Pascual Madoz, detalla Muñotello como un pueblo con 103 casas de mediana construcción, distribuidas en cinco calles y una plaza; con ayuntamiento, escuela de instrucción primaria, y cuatro molinos harineros.

Tipologia de viviendas
Se incluye Muñotello dentro de los núcleos de baja densidad y edificación con corral delantero del piedemonte septentrional del Sistema Central, concretamente el desarrollado en la vertiente Norte del Sistema Central. Dentro del modelo de vivienda serrana, el tipo de casa que caracteriza el tejido urbano es el de disposición arcaica con corral delantero profundo y pequeño cuerpo edificatorio y de fachada, con la vivienda al fondo del corral, ocultando su fachada a la calle.
Junto a este tipo conviven algunas viviendas precedidas de grandes corrales delanteros, a los que se accede por amplios portones o puertas carreteras, necesarias para el tránsito de carros. La vivienda se levanta al fondo del corral, quedando su fachada oculta a la calle, y conformando manzanas articuladas en hileras. Más escasas, y de cronología más avanzada, son las viviendas con la fachada abierta a la vía pública y corral trasero, propias de zonas agrícolas y características de la llanura cerealista.
Resaltar algunos establos a los que se accede a partir de grandes puerta carreteras.
Bibliografía
•    Benito Martín, F. (1998): Arquitectura tradicional de Castilla y León, V. I y II, Salamanca.
•    González-Hotaria, G. et alli (1985): El arte popular en Ávila, Ávila.
•    Madoz, P. (1845-1850): Diccionario geográfico-estadístico e histórico de España y sus posesiones de ultramar. Ávila. Madrid.
•    Navarro Balba, J.A (2004): Arquitectura popular en la provincia de Ávila, Institución Gran Duque de Alba

Elementos de interés

Iglesia de Santiago Apóstol
Tiene cabecera única litúrgicamente orientada, tres naves, puerta al norte y mediodía, y torre a los pies; del siglo XVI, presenta cabecera poligonal con contrafuertes en las esquinas y en muros laterales que pueden hacer pensar que en otro tiempo estuvo abovedada.
El cuerpo es de tres naves, definidas por columnas de madera, con tribuna del mismo material.
A los pies se alza la torre, de planta cuadrada y de dos cuerpos, en el más alto de los cuales se encuentra el campanario.
Tanto el presbiterio como el cuerpo de la iglesia están cubiertos con armadura de madera.

Rollo jurisdiccional (Siglo XVIII)
Bajo el reinado de Felipe V, en 1733, Muñotello alcanza la autonomía jurisdiccional y administrativa sobre los bienes propios respecto a la villa de Villatoro (lugar de señorío, perteneciente primero a los Dávila, señores de Villatoro y Navamorcuende;situado en la plaza, simboliza la autonomía obtenida respecto al concejo de Villatoro. Es de piedra labrada de 5 metros de alto por 40 - 50 cm. de diámetro. Su presencia nos dice que Muñotello tuvo carácter de Villa con justicia propia. Por lo que en el rollo a los detenidos y a los que ya eran presos eran llevados al rollo para apedrearlos estando estos atados al rollo. Este se utilizaba de humilladero.

Molinos hidraulicos de rodezno
Etimológicamente Muñotello significa “junto al río de los Molinos”. Madoz, a mediados del S.XIX, enumera 4 molinos, que, en un estado ruinoso, se conservan en la actualidad jalonando el arroyo de Canto Moreno.
Están ejecutados en mampostería de granito con encintados de mortero de cal.
El molino de rodezno fue el tipo más utilizado en los ríos abulenses. El agua era captada en el río, en una presa o azud, y se encauzaba hasta el cubo mediante un sistema de canalización o de caz. El cubo, precedido de un ensanchamiento del caz para acumular agua, haría aumentar el desnivel, y con ello la fuerza de caída del agua sobre el rodezno motriz.
El edificio consta de dos plantas: la baja o hidráulica, donde el agua mueve la rueda horizontal o rodezno, retornando al río a través del socaz; y planta primera o sala de piedras, en la que tiene lugar la molienda. En esta planta también solía encontrarse la vivienda del molinero.
El movimiento del rodezno es transmitido a la sala de molienda por el palahierro. El cereal se echaba en una tolva de madera que dirigía el grano sobre las piedras de moler: la solera o de base, de mayor tamaño y fija al suelo, y la muela, que giraba sobre la anterior impulsada por el palahierro, moliendo el grano.
La harina caía sobre unos esterones colocados en torno a las muelas. Tras ser retirada se cribaba, eliminando los restos de cortezas y vainas. Por último, se almacenaba en costales (sacos).
Los molinos tradicionales para el cobro utilizaban el sistema de maquila: el dueño del molino se quedaba con un porcentaje de la harina obtenida en la molienda.
El primero de ellos, que ha estado en funcionamiento hasta no hace tantos años, se localiza en la periferia del casco urbano, en la calle del Río. Es el que, dentro del estado de ruina, ofrece unas mejores condiciones, conservándose las dos plantas del edificio; el rodezno se puede visualizar desde el socaz o cárcavo de salida. También conserva el sistema de captación y el cubo, ejecutado en sillería de granito y boca cuadrangular.
Remontando el arroyo, se conservan las ruinas de otros tres molinos. En todos ellos se puede visualizar el sistema de captación y el cubo de boca cuadrangular, sin embargo, los edificios o molinos propiamente dichos se encuentran completamente arruinados. Entre la maleza también se visualiza alguna rueda de molino.
Para vadear el río, y permitir el acceso al último de ellos, se trazó un pontón a base de grandes lajas de granito, con el ancho justo para permitir el paso de las carretas.

Potro de herrar y fragua
El oficio de herrero y herrador, casi siempre unido en la misma persona, era crucial dentro de un ámbito rural en el que la base de la economía era la agricultura y la ganadería. El herrero producía herramientas y útiles agrícolas, ganaderos, domésticos,…, y el herrador fabricaba las herraduras para las bestias. La relevancia de estas actividades hizo que los ayuntamientos poseyeran una o varias fraguas, y un potro de herrar, que cedían gratuitamente al artesano para que prestase el servicio.
Potro de herrar: calle Río
Como en la mayoría de las localidades, el potro de herrar (recientemente restaurado) se encuentra a las afueras de la localidad, junto al cauce del arroyo Canto Moreno, en este caso alejado de la fragua, recinto artesanal con el que está directamente articulado. Como su propio nombre indica se utilizó para el herraje de las bestias relacionadas con las actividades agropecuarias.
La estructura cuadrangular queda protegida dentro de un cobertizo, cerrado al oeste para evitar los vientos. La cubierta, a una sola agua, queda sustentada desde el paramento occidental y por dos monolitos de granito dispuesto al este.
Con la base empedrada con losas de granito, el potro conserva todos sus elementos:
•    4 bloques monolíticos de granito, muy toscamente desbastados, conservando las huellas de las cuñas de cantera. Estos monolitos crean un espacio cuadrangular abierto donde se sujetaría al animal.
•    Conserva los elementos de madera:
1. El yugo, que serviría como soporte donde atar los cuernos del animal.
2. Las dos vigas laterales, uno fijo y otro giratorio, llamado rodillo, el cual tiene la facultad de actuar como tal, girando y tirando de los cinchos hasta que se elevaba la res.
•    En la base se disponen, encastrados, 4 bloques de granito, donde se colocaban las patas del animal (dos delanteros y dos traseros). Tienen un entalle para el acoplamiento de las patas.
•    Debido a que los monolitos podían ofrecer peligro de desplome, estos fueron unidos y cosidos, por la parte cabecera, mediante barras de hierro que evitarían este riesgo. Con el mismo fin, en la parte media de los monolitos delanteros, se apoyan sendos rollos de madera que se engarzan en unos orificios.
Formando parte del mismo ámbito se disponen, distanciadas entre sí, hasta tres lajas de granito hincadas y con un orificio. Estos elementos servían para atar a las bestias que esperaban su turno de herraje.
Fragua: calle Río, junto al cauce del arroyo Canto Moreno.
A las afueras de la localidad para evitar molestias, y junto al curso fluvial que le proporcionaba el agua necesaria en el proceso productivo.
Es una pequeña edificación aislada, de planta rectangular y con una sola puerta de entrada, así como un único pequeño vano a modo de ventana. Está construida a la manera propia de la arquitectura vernácula de la localidad, en mampostería de granito encintada con mortero de cal y con las esquinas reforzadas en gran mampostería. No tiene subdivisiones internas y es de planta única.
El interior se distribuye en torno a una campana central dispuesta en el paramento oriental, con el horno o fragua propiamente dicha en su base, y que se manifestaría al exterior a partir de una pequeña chimenea troncopiramidal (en la actualidad la techumbre se encuentra hundida). En el lateral septentrional se disponía el fuelle, de grandes dimensiones y fabricado en cuero con remaches de hierro; en el centro de la estancia se situaba el poyo de madera sobre el que descansaba el yunque. Contra las paredes se disponían varias pilas, talladas en una única pieza de granito, para enfriar los hierros.

Fuentes y abrevadero. Acueducto y pontón
Ubicación: calle del río.
En sociedades cuya base económica era la ganadería, el disponer de infraestructuras públicas para que el ganado abrevase era fundamental, sobre todo en los meses de estío.
Un pilón rectangular, ejecutado en sillería, cumplía esta función en Muñotello. Ubicados en la margen izquierda del arroyo Canto Moreno y dentro de un pintoresco paisaje granítico a los pies de las primeras estribaciones de la Serrota, se alimenta a partir de dos fuentes con las que se comunica por una atarjea tallada en piezas de granito.
Adosadas, ambas fuentes disponen de un parapeto en sillería, con dos caños cada una y rematadas en una suerte de frontones moldurados. Como consta en el frontón, la septentrional dataría de 1925; tal vez de finales del S.XIX la segunda, en cuya base se constatan dos concavidades para el posicionamiento de los cantaros, recipientes en los que las mozas transportaban el agua para el abastecimiento doméstico.
En la base de la fuente contigua se dispone una pileta, tallada en una pieza de granito, desde donde se conduce el agua a la atarjea y al pilón.
Las fuentes no son abastecidas desde el río, sino desde un manantial que fluye en la margen opuesta del curso fluvial, sorteando el cauce por un acueducto sobre el que se dispone una tubería cerámica que conduce el agua hasta las fuentes. Para sortear el cauce del río se construye un pilar central en sillarejo, ocasionando un paso con dos ojos; vadeado el cauce, el agua se encamina a las fuentes por una atarjea en granito cubierta con gruesas tapas de granito.
En este paraje se conserva un pontón sobre el arroyo, ejecutado a base de grandes lanchas de granito, groseramente desbastadas, que dan a la estructura un aspecto tosco. Dispone de dos ojos adintelados sin tajamar; cada cuerpo dispone de tres lajas de granito.

La herradura del Pandero de las Mozas
En una lancha de piedra hay una figura que representa la herradura de un caballo . La leyenda dice que escapando Santiago de los moros en su caballo a través de la sierra, éste dejó su herradura marcada en la roca. Poco tiempo después hubo en la sierra algunos derrumbamientos y la piedra donde estaba la huella cambió de lugar, y ahora se encuentra en un sitio muy rebuscado dentro del llamado Pandero de las Mozas. Cuenta la leyenda que el que consiga tocar la herradura podrá pedir tres deseos y se le cumplirán al tirar tres piedrecitas pequeñas y conseguir colocarlas en otra más grande.

Picón de los Moros
Bronce Antiguo (1900-1700 a.C)
Con el periodo conocido como Calcolítico (2.800-1.900/1.800 a.C) será cuando el valle, con un clima seco, presenciará una eclosión demográfica y una explotación intensa de su territorio, producto de la evolución, demográfica y tecnológica, de las comunidades neolíticas. En este momento los asentamientos se triplica (se inventarían un total de 72 en el Valle Amblés y sus rebordes).
Paisajísticamente el valle se caracteriza por la alta deforestación y evidencias numerosas de existencia de campos de cultivo cercanos a los poblados y extensos pastizales de herbáceos utilizados por los rebaños, con un aspecto antropizado muy similar al actual. Con un clima árido y cálido, el final del periodo se caracterizará por una gran aridez, factor climático que hubo de influir, decisivamente, en el colapso de este mundo.
El patrón de asentamiento es muy característico y estereotipado:
•    Se ocupa el fondo del valle, sobre todo las áreas cercanas a los más importantes cursos de agua (Adaja, Zaos, Chico …). Estos asentamientos del llano se caracterizan por constituir grandes “campos de fosas”, las cuales 6ienen diferentes uso: silos para almacenar cereal, lugares para manipular alimentos, …
•    En menor medida, las primeras estribaciones del reborde meridional del valle, que ofrecen unas peores condiciones que el faldeo de la Sierra de Ávila. El número de yacimientos es escaso, además de ser hábitats peor definidos que los del llano y el reborde septentrional.
•    Serán las primeras estribaciones de la Sierra de Ávila las que se vean intensamente poblados: sin preocupaciones defensivas, se busca la solana, el resguardarse de los vientos del Norte y el dominio visual del valle, donde se encontrarían sus campos de cultivo (trigo y cebada) y sus rebaños, principalmente de ovicápridos, aunque no faltaban cerdos, vacas y caballos; la caza continúa teniendo un gran peso en su dieta (ciervo, conejo, jabalí, inclusos osos). También es fundamental en estos asentamientos, sobre todo en la mitad oriental, la presencia de vetas de mineral de cobre y el control de este mineral, fundamental en una época en la que se inicia la metalurgia del cobre.
Son pequeñas granjas, compuestas por unas pocas unidades familiares, que se reparten en el paisaje a distancias regulares (el reborde septentrional muestra un asentamiento cada 1-1,5 km, incluso menos), generando pequeños poblados, cuyas chozas se distribuyen de manera muy dispersa, buscando los amesetamientos que se generan en torno a los imponentes berrocales graníticos, elementos naturales que continuarán teniendo el mismo valor simbólico y de referencia en el paisaje que en la etapa anterior neolítica.
El final de estos poblados se corresponde con un periodo de extrema aridez, suponiendo un fenómeno generalizado y simultáneo a todos los yacimientos. Esta aridez hubo de desembocar en una situación crítica.
En este ambiente los tan prolíferos asentamientos calcolíticos se van a abandonar, surgiendo un nuevo tipo de vida que tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias. La ganadería se convertirá en el factor económico más relevante, y ello en detrimento de la agricultura; y el ganado hay que llevarlo donde se den pastos suficientes: a ambientes serranos.
La población se concentrará en unos pocos enclaves (no más de 15), principalmente en el reborde meridional del valle, en las primeras estribaciones de sierra del Zapatero-La Serrota. Elegirán grandes promontorios rocosos de forma cónica que, a una altitud de 1200-1500 m, destacan en el paisaje con nitidez, dominando el Valle Amblés, y que hubieron de soportar unos inviernos muy rigurosos. Siempre se emplazan en lugares con agua y con posibilidades de pastos; es un ambiente claramente pastoril, con posibilidades de explotación forestal y ganadero (grandes pastos verdes todo el año).
No hay que descartar el que esta aridez conllevase un clima de penuria generalizada, con la consiguiente merma de la población, hecho acorde con el escaso número de asentamientos.
Pero siendo cierto esta aridez climática y la necesidad, por tanto, de cambiar las prácticas económicas a favor de la ganadería, cuyo ambiente más propicio es el serrano, el hecho de que la población se concentre, y lo haga en estos promontorios inhóspitos y claramente defensivos, puede estar también relacionado con una situación de inestabilidad social y situación bélica, la cual podría haber derivado de la propia situación de penuria propiciada por la aridez del clima: era la lucha por los escasos recursos.
Dominante, agreste, inhóspito y escondido, El Picón de los Moros es uno de estos asentamientos defensivos. A 1561 m de altitud, forma parte de la segunda línea de estribaciones septentrionales de La Serrota. Supone un gran promontorio rocoso de forma cónica y coronado por dos cogotas, destacando en el paisaje con nitidez.
Abarca una extensión de unas 2 H, visualizándose lo que sería una cerca defensiva. Un espacio enlosado habría servido para el almacenamiento de nieve y abastecimiento de agua.
 

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