Necrópolis de San Simonés - Sanchicorto
El enclave arqueológico se emplaza en la vertiente meridional de la Sierra de Ávila, entre un paisaje adehesado de encina y berrocal y en las proximidades del arroyo de Sanchicorto.
Despoblado y necrópolis
El conjunto se divide en 2 núcleos:
• Centro de culto o templo al que habría que adscribir una cronología Plenomedieval (SS.XI-XIII), incluso Bajomedieval (SS.XIV-XV). Queda visible un paramento de unos 6 m de alto X 4 m de largo y 1 m de espesor, ejecutado en mampostería de granito tomada con mortero de cal y asentada con ripios.
Al templo se asocia un lugar de habitación (despoblado) que se extiende al Oeste, y del que se observan plantas de estructuras de habitación, ejecutadas en mampostería de granito.
A este templo parecen asociarse al menos 6 sepulcros excavados en la roca, que, tipológicamente deberían enmarcarse entre la Alta Edad Media y la repoblación de la comarca (S.VIII-finales S.XI), y ponerse en relación con la necrópolis que se extiende al mediodía de este núcleo.
La localidad no aparece en el registro de prestimonios mandado elaborar por el cardenal Gil Torres en 1250. Pero la documentación posterior deja constancia de la existencia de este asentamiento ya en época Bajomedieval; a partir de 1317 existen noticias de San Simones. Así ocurre en la carta mandada por Fernando Álvarez, lugarteniente de alcalde en Ávila, a los alcaldes de distintas aldeas de Ávila en 1457, entre las cuales aparece San Symones. Las noticias referidas a San Simones aumentan en los últimos años del siglo XV. En 1490, dos vecinos de San Simones, Juan Ramírez y Diego Martínez, figuran como propietarios de solares en el término de Zapardiel de la Cañada. Cuatro años más tarde, los Reyes Católicos concedieron licencia al comendador Francisco de Ávila para que estableciera un mayorazgo, que incluía diversos bienes raíces, incluyendo los de San Symones . A fines del siglo XV, aún mantenía la condición de cabeza fiscal sujeta al pago de alcabalas y tercias, aunque la compartía con el vecino lugar de Martínez. El censo de Floridablanca de 1785 volverá a referirse a San Simones.
• Al mediodía, a unos 300 m se extiende otro núcleo de habitación, al que se le asocia una necrópolis excavada en la roca con al menos 20 sepulcros de cronología altomedieval hasta la repoblación, ya en época plenomedieval (SS.VIII-XI)
Las estructuras domésticas son de planta cuadrangular o rectangular, con una o dos estancias, a las que, en ocasiones, se las asocia otra de planta circular. La técnica constructiva es en mampostería de granito concertada en seco y asentada con ripios; se construye a doble espejo, con el interior relleno de cascajo. El grosor es de 75 cm. Las jambas quedan marcadas por bloques alargados de granito. Conservan hasta dos hiladas visibles en superficie, si bien las estructuras son identificables por el túmulo constituido por la ruina de cada una de las estructuras. Una de las estructuras de habitación fue intervenida arqueológicamente.
La necrópolis se extiende inmediatamente al Este de las viviendas, entre afloramientos graníticos, respondiendo al mismo modelo que con asiduidad se repite en la Sierra de Ávila, y demás áreas serranas de la provincia de Ávila.
Serían áreas sepulcrales que se corresponderían con pequeñas comunidades de aldea, dispersas por las sierras y rebordes de los valles, cuya base económica sería la ganadería, y que, por ser estas unas zonas marginales, se mantendrían al margen de las disputas fronterizas entre musulmanes y cristianos.
Son necrópolis cristianas, constituidas por un número reducido de tumbas -son infrecuentes los casos en que se superan la treintena, siendo lo habitual 10-15 unidades-, distribuyéndose de manera anárquica, en principio, sin ningún criterio preestablecido, sino que están condicionadas por los berrocales y lanchares disponibles. Por lo general, aparecen distribuidas en varios grupos de tumbas, separadas por espacios estériles, posiblemente respondiendo a panteones familiares; ello también está condicionado por la disponibilidad de soportes apropiados para la excavación de estas estructuras.
Los sepulcros están excavados en los afloramientos graníticos, aprovechando las cazoletas ocasionadas por la erosión, optimizándose así el trabajo de extracción.
La orientación es variable; Se dan estructuras con la orientación obligada por el ritual cristiano –cabecera al Oeste y pies al Este, mirando al Sol Naciente, a Tierra Santa, a Jerusalén-, pero en el mismo porcentaje se dan otras disposiciones. La ausencia de orientación homogénea está respondiendo a que los sepulcros se están adaptando a la orientación del soporte granítico.
Tipológicamente ofrecen un amplio repertorio:
a) Rectangulares.
b) Trapezoidales, insinuando la cabecera en ocasiones mediante el entalle de orejeras.
c) Tipo “bañera” o fusiformes.
d) Antropomorfas o sepulturas con la cabecera bien definida. La cabecera puede ser:
– Cuadrangular.
– En arco de medio punto.
– En arco de herradura.
Estarían cubiertas mediante lajas de granito selladas con mortero de cal. Para su acoplamiento se han practicado rebajes de regularización. Los ejemplares más logrados presentan un cajeado, que individualiza con nitidez el sepulcro. En cualquier caso, las tumbas no quedarían cubiertas con tierras, con lo que ello conlleva de insalubridad en la zona, aspecto acentuado por la ausencia de evacuación para los líquidos derivados de la descomposición de los cuerpos.
El tamaño de los sepulcros es variable, dependiendo del individuo al que fuera destinado en origen. Estas tumbas, posteriormente serían reutilizadas, hecho este que se ha venido dando hasta nuestros días, y que respondería al deseo de enterrarse con algún antepasado querido.
Estos sepulcros serían ejecutados por canteros especializados que, posiblemente y de manera periódica, recorriesen la comarca excavado sepulcros por encargo, todavía en vida de la persona a la que iría destinado.
El ritual cristiano consistía en enterrar al cadáver orientado hacia el Este –Cabeza al Oeste, mirando a Jerusalén, a Tierra Santa,…-(este aspecto ya hemos cotejado que no se cumple en un porcentaje muy elevado, posiblemente condicionado por el soporte), con el cadáver depuesto en posición de decúbito supino, con los brazos extendidos y los antebrazos flexionados sobre la zona torácica o abdominal, y las manos tomadas en posición de oración; las piernas aparecen extendidas (aspecto este que no se ha podido corroborar por encontrarse todos los sepulcros expoliados desde antiguo). La ausencia de ajuar es la tercera característica de estas necrópolis, junto a la orientación y a la deposición. Esta carencia de ajuar responde a la prohibición expresa, por parte de las autoridades religiosas, de no enterrarse con pertenencias, y a la pobreza generalizada de las gentes. Los difuntos serían enterrados desalojados de cualquier vestimenta, posiblemente envueltos en un sudario.
Bibliografía
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