Iglesia de la Transfiguración de Ntro Señor - Vadillo de la Sierra

Construida en la primera mitad del S.XVI en gótico tardío, la cabecera, litúrgicamente orientada y edificada en sillería de granito, es pentagonal, con bóveda estrellada y contrafuertes en las esquinas. Por medio de un arco baquetonado, ligeramente apuntado, se abre a un tramo cuadrado cubierto con bóveda de terceletes y combados, dispuesto a modo de crucero.

A la derecha de este primer tramo se adosa la sacristía, con entrada en arco de medio punto de gran dovelaje, de planta cuadrada y con contrafuertes en las esquinas, manteniendo unidad constructiva con esta parte del templo.

A través de un gran arco, baquetonado y con rosetas en la rosca, se comunica con un segundo tramo rectangular, más ancho que largo, el cual se cubre con bóvedas de terceletes y se cierra con un arco de medio punto sobre pilastras, con las aristas achaflanadas, bastante más bajo que los anteriores y con la fecha de 1636 en la clave.

A partir de este arco se advierte una brusca ruptura en la fábrica, cambiando la sillería por el sillarejo, incluso mampostería, encintado con mortero de cal, y las bóvedas por sencillas armaduras de madera, quedando un espacio más estrecho que el anterior, dividido en tres naves por dos altos pies derechos de madera sobre base de piedra, que sostiene la solera de separación y apoyo entre la armadura central y las dos laterales.

A los pies se levanta el coro con celosía, con antepecho y decoración de roleos pintados y palmas talladas como adorno barroco de su frente. Se asienta sobre lo que fue un hermoso alfarje pintado con gran riqueza de temas y colorido a base de cardinas, entrelazos, mascarones, emblemas de San Pedro (dos llaves cruzadas) y de la virgen (jarrón con azucenas), y otros escudos ya perdidos. En él predominan los tonos ocres, rojos y verdes. Además, estaba dividido en dos tramos por sendos pies derechos, igualmente decorados, y hoy encalados hasta la mitad de su altura, pero en esta línea se ha levantado un tabique de adobe, dejando tras él un trastero en los espacios correspondientes a la nave izquierda y central, y la escalera para subir al coro en el de la nave derecha. En todos ellos quedan restos del alfarje, que hay que considerar como una obra importante de la carpintería mudéjar del S.XV.

Tiene acceso por el N a través de un arco apuntado liso, con los salmeros resaltados, que actualmente está sellada. También está inutilizada una pequeña puerta en medio punto a los pies de la torre. El ingreso se realiza al mediodía, a través de un arco de medio punto precedido de un pórtico sobre cuatro columnas con capitel de tipo jónico. Otra puerta más fue tapiada en el muro septentrional del primer cuerpo, junto a la cabecera.

La torre se levanta a los pies de la nave central, de planta cuadrada y ejecutada en sillarejos encintado con mortero de cal. Dispone de dos hileras de vanos: los primeros, sólo de iluminación, se acusan sobre todo en la cara de Poniente, reduciéndose a estrechas saeteras en las demás; los segundos son un arco de medio punto en cada lado, excepto en la O, donde se duplica. Bajo estos quedan matacanes en las caras E y S. Remata la torre una cornisa de bolas características del gótico abulense tardío. En definitiva, su aspecto sugiere un posible origen como fortaleza de la villa.
La parte más antigua son sus tres naves con techo de madera, rico alfarje y torre, que debió estar concluida a finales del S.XV. En el S.XVI se decidió su reconstrucción y ampliación, comenzando la cabecera de un gran edificio con una sola nave de varios tramos, pero el plan quedó interrumpido; en 1636 se unieron con un arco las dos fábricas diferentes, quedando bien patente en los inacabados muros que se ven en el exterior, con la intención de que el proyecto se continuaría en otro momento.
La obra del S.XVI estuvo dirigida por el maestro cantero Diego Martín de Vandadas, que intervino en la construcción de los edificios religiosos más importantes de la diócesis de Ávila en el S.XVI.
En su interior destacan un magnífico retablo barroco de finales del siglo XVII, el artesonado del coro, el órgano y la imagen de san Agustín, que procede del monasterio de Nuestra Señora del Risco.
 

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